Por qué funciona la corrupción

El mito de la corrupción es una narración que explica de forma sencilla un problema complejo. Además es verosímil, corta y clara. También divide a la sociedad entre buenos y malos, y permite explicar el pasado el presente y el futuro.

Esa narración antológica que anida -no de modo invariable- en el imaginario social desde hace más de un bicentenario establece que la Argentina tiene mucho potencial, es un país rico. Sin embargo, debido a que funcionarios públicos corruptos roban, entra en crisis de forma cíclica.

El mito identifica a un villano, lo denuncia , lo persigue y busca redención para el pueblo.v Argentina es un país condenado al fracaso culpa de los corruptos. Esa es la denuncia.

Los villanos en el mito de la corrupción son los funcionarios públicos. Los culpables son “siempre los mismos”, los políticos -y ahora “la casta”- quienes se “roban todo”.

La narrativa nunca o casi nunca involucra como villano a un privado. Cuando aparece involucrado un empresario lo hace generalmente como víctima. Y el funcionario público que roba es siempre o casi siempre peronista1.

“La ruta del dinero K”, el mega caso puesto al aire en 2013 por el periodista Jorge Lanata en su envío Periodismo para Todos de Canal 13.

La corrupción es una narración que interpela a vastos sectores de la sociedad. Halla su éxito en la sencillez, como la mayoría de las historias que nos (con) mueven. Explica de forma sencilla un problema complejo. Identifica a un chivo expiatorio al que se culpa de todos los males. Y para hacerlo moviliza al pueblo. Le llega hasta las víceras. Lo persigue hasta los confines de la sociedad para condenarlo al ostracismo.

En términos públicos es muy eficaz aquello que se oculta. Es paradójico. Los sobornos siempre o casi siempre provienen de sectores económicos cuyos negocios dependen en algún grado del Estado. Una regulación, una licencia, una exención, un permiso… Sin riesgo de equivocaciones es posible afirmar que son “siempre los mismos”.

Y la investigación de la denuncia siempre recae también en “los mismos”, ciertos sectores de la Justicia. Quienes, al igual que los empresarios, tampoco cambian. Siempre los mismos.

La corrupción es un mito que funciona porque es sencillo

La paradoja es que que en el mito de la corrupción es verosímil que los que roban sean “siempre los mismos”. Sin embargo, son “siempre los mismos” los responsables de las investigaciones y sobornos. Los funcionarios cambian por las elecciones o las denuncias que los condenan al ostracismo.

Sin embargo, el elenco estable son quienes sobornan, sectores de la Justicia cómplices y un conjunto de actores “expertos” -ONG’s, abogados que formulan denuncias, víctimas, periodistas. Todos tienen un denominador común: señalan a un único chivo expiatorio. Muestran y ocultan.

La corrupción es un mito que funciona porque es sencillo. Explica el presente, el pasado y el futuro a partir de señalar a un chivo expiatorio como el responsable de los problemas del país. Y oculta toda una trama secreta sin la cual no sería posible ningún soborno. Por ello es poderoso; muestra, oculta y good show.

  1. En los últimos años el villano por excelencia es el kirchnerismo. Un excelente artículo que describe cómo se despliega en el imaginario público un mecanismo para la construcción del chivo expiatorio es el que escriben: Berrotarán, P. & Kaufman, A. (2014). La construcción de la tiranía: el Libro Negro. En M. T. Bonet & C. Ciappina, Representaciones, discurso y comunicación. El peronismo, 1945-1973 (págs. 23-42). La Plata: EDULP. ↩︎

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll to top
Close